Toda incineración o cremación produce humos y cenizas, y es obligación del diseñador y fabricante de los equipos estudiar la forma de reducir las emisiones al máximo, y del propietario o explotador de la instalación seguir escrupulosamente las normas de funcionamiento dictadas a este fin.
El conocimiento del proceso es fundamental para conseguir diseñar y operar un equipo que produzca el mínimo de emisiones contaminantes.
En el caso de la cremación de cadáveres humanos o restos animales las emisiones esperadas no son, con diferencia, las peores que podemos esperar de una instalación de incineración, sino al contrario.
No obstante, es necesario tener en cuenta una serie de particularidades de la incineración de estos restos. En la incineración de cadáveres humanos tenemos tres materiales diferentes a quemar: el féretro, las ropas que visten al difunto y éste propiamente dicho. En el caso de mascotas o restos de animales sólo debemos considerar la bolsa que los contiene, normalmente de PE.
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